Siempre que escuchamos hablar de la última tecnología recientemente lanzada al mercado, o inventada por científicos y técnicos brillantes, inmediatamente pensamos en la innovación. Incluso los departamentos de empresas u organizaciones suelen emparejar la nominación de innovación y tecnología, uniendo ambas en un concepto casi indisoluble. En nuestra propia sociedad digital, cualquier nuevo avance tecnológico se considera como innovación, como un camino a seguir, como la prueba de que estamos haciendo algo bien para progresar.
Entonces, ¿la tecnología es realmente lo mismo que la innovación?
Para responder mejor a esta pregunta, veamos qué abarca la innovación:
Divergencia: Desde los primeros momentos en que se acuñó el término design thinking, los actores de la innovación han estado hablando de pensamiento y procesos divergentes. Es fácil y común que las organizaciones se vean atrapadas en una visión de túnel, vean una situación desde el mismo ángulo y usen las mismas herramientas, pragmáticas o mentales. La innovación busca desafiar el status quo, divergiendo de la perspectiva habitual y común. La divergencia nos permite darle la vuelta a un problema o pregunta para encontrar diferentes enfoques y soluciones que quizás no hayamos considerado antes. Es un ejercicio y un proceso mental que se puede aplicar a diversas circunstancias de la vida, tanto profesionales como personales, y requiere que demos un paso atrás, miremos el panorama completo y cuestionemos nuestras suposiciones.
Curiosidad: las personas curiosas e investigadoras encuentran soluciones y proponen nuevas ideas. La innovación se basa en una curiosidad casi infantil que nos permite mirar el mundo y sus desafíos con asombro y sed de desarrollo. En este viaje, la curiosidad y su deseo inherente de aprender fomenta descubrimientos fortuitos. Cuando dejamos de cuestionarnos y aceptamos todo como está, perdemos la oportunidad de encontrar nuevas oportunidades y finalmente nos volvemos complacientes. La curiosidad por la innovación significa elegir perderse en una nueva ciudad y pasear por calles desconocidas y ocultas donde de repente puede encontrar un hermoso punto de referencia sin cartografiar para explorar.
Trabajo en equipo multidisciplinario: para encontrar soluciones innovadoras, lo mejor es un equipo diverso y versátil. La combinación de personas con diferentes perfiles, perspectivas y experiencia técnica fomenta discusiones más integrales y ayuda a evitar la visión de túnel. Lo que los actores del pensamiento de diseño han descubierto es que, aunque estos individuos piensan de manera diferente, lo que los une es la inteligencia emocional: “empatía por las personas y por disciplinas más allá de la propia”. Los equipos multidisciplinares fomentan la ideación; Es mejor trabajar con muchas ideas que con una sola. En ACNUR ya contamos con esta base teórica a través de la creación de equipos multifuncionales, que por ejemplo están (o deberían estar) involucrados en la preparación de planes de operaciones de país para combinar ideas de diferentes funciones. El trabajo en equipo multifuncional también presupone que la gerencia da un paso atrás para permitir que las ideas y la experimentación florezcan entre el equipo, siendo guiada cuando sea necesario para reenfocar las discusiones.
Resiliencia: Si aprendí algo durante el taller de becas de innovación del ACNUR es a probar, iterar, probar, iterar. Las pruebas pueden generar fallas, pero no deben considerarse como un error, sino como una oportunidad. La resiliencia para seguir ideando, experimentando y fracasando es clave para la innovación. La iteración implica pruebas de campo continuas de nuestros prototipos en nuestra audiencia, para determinar si realmente nuestra solución es efectiva para abordar el problema en cuestión. Al realizar pruebas, podríamos descubrir que es necesario realizar ajustes o que el usuario tiene soluciones aún mejores que ofrecer. La resiliencia en las pruebas requiere inherentemente que uno posea optimismo: pruebas, fallas, te recuperas y continúas. Esta habilidad es lo que hace que los innovadores sean creativos, imaginativos y curiosos: no hay fallas, solo aprendizaje. En ACNUR vemos resiliencia todos los días entre las personas a las que buscamos servir y sus mecanismos de afrontamiento para adaptarse y prosperar.
Entre las diversas características de la innovación que describí, ninguna requiere tecnología. La innovación es una perspectiva y un proceso centrados en el ser humano. Este proceso requiere experimentación e iteración, un equipo diverso y el deseo de aprender mientras falla. Las soluciones innovadoras pueden resultar en una nueva tecnología, pero la innovación no es igual a la tecnología. La innovación puede ser intangible, a diferencia de la tecnología, que es tangible. Incluso puede aplicar el proceso de innovación a su vida diaria. La tecnología se puede utilizar para implementar la innovación, pero la tecnología en sí misma no produce innovación. De hecho, puede ser un medio útil y poderoso que nos permita probar e iterar a un ritmo más rápido y eficiente, pero no es el resultado final de la innovación. Dependiendo del problema, la innovación no tiene por qué ser necesariamente complicada o requerir una tecnología súper avanzada que tal vez ni siquiera pueda ser utilizada por nuestra audiencia. Podría simplemente conducir a soluciones simples en las que no se pensaba antes y que se pueden aplicar fácilmente en beneficio de nuestros usuarios previstos.