Esta temporada de elecciones, Facebook, Google y el resto han adoptado su papel de guardianes.
En esta larga temporada electoral en Estados Unidos, he aprendido dos cosas sobre las empresas de Internet a través de las cuales muchos de nosotros experimentamos el mundo.
Primero, Facebook, Google y el resto han aceptado a regañadientes su papel de guardianes de la información y es probable que no haya vuelta atrás. En segundo lugar, la forma en que estos guardianes ejercen su poder sigue siendo desconocida para el resto de nosotros.
El funcionamiento de la web tal como la conocemos siempre ha sido el resultado de las elecciones en constante cambio de las empresas para poner el pulgar en la balanza. Nada pasa por casualidad.
Los poderes de Internet han decidido qué resultado de búsqueda aparece primero, que las fotos de repostería de la tía Shirley deben estar en la parte superior de tu feed de Facebook y que el spam no llegará a tu bandeja de entrada de correo electrónico. Internet les da a todos una voz, pero las empresas de Internet deciden qué voces se escuchan y priorizan.
Lo que ha cambiado es que estos miles de millones de decisiones en gran parte invisibles se han hecho visibles con algunas intervenciones de alto perfil, como esas etiquetas sobre Trump y la eliminación de información de salud engañosa sobre el coronavirus. Esas medidas pueden ser temporales, pero a las empresas de Internet les resultará difícil retirarse a un lugar en el que pretenden dar el mismo peso a toda la información del mundo.
Las obvias intervenciones prácticas han permitido que más personas también se den cuenta de las invisibles.
Facebook, Instagram, YouTube, Google, TikTok, Twitter y más son intermediarios de lo que sabemos y entendemos sobre nuestros amigos, comunidades y el mundo que nos rodea.
Esto es útil de muchas maneras y también aterrador, porque todavía tenemos poca idea de cómo funcionan estos intermediarios o cómo nuestras creencias y comportamientos están siendo moldeados por esas opciones invisibles de Internet en nuestras pantallas. Por diseño, su funcionamiento está envuelto en un misterio.
Solo Facebook sabe algo tan básico como qué artículos u otra información se ven más en su sitio. YouTube puede reprogramar sus computadoras y dar más atención a diferentes personas o canales sin que nos demos cuenta. Esto no es necesariamente censura u otra cosa nefasta. YouTube actúa como un guardián. Las decisiones importantes pasan por eso.
Una cosa buena de este año es que las empresas de Internet y quienes confiamos en ellas hemos prescindido de la ficción de que lo que vivimos online es “neutral” o ocurre por casualidad. El primer paso es admitirlo.